lunes, 27 de marzo de 2006

Bitácora de viaje: Día Dos, Mónaco

De madrugada, mis compañeras de cuarto entraron emocionadas y cansadas por la primera noche en el barco. Bueno, realmente entraron Laura y Aída, porque Ana llevaba un rato durmiendo, había entrado con tanto sigilo que no la había sentido. No es que las otras dos no entraran con cuidado e intentando no hacer ruido, sino que como Aída y yo compartíamos la cama de matrimonio, resultaba altamente difícil que no me despertara. Una de las pegas que podíamos encontrar en las habitaciones eran las camas, no porque fueran incómodas o pequeñas (todo lo contrario, eran muy cómodas), sino porque teníamos una litera de dos camas y una cama de matrimonio... claro que a la larga tuvimos que dar gracias porque nos tocó uno de los camarotes más espaciosos :)

Cuando subimos a desayunar, nos dimos cuenta de que estábamos entrando en un pequeño puerto muy pintoresco: Villefrance sur le mer. Tan pequeño era que el barco no podía atracar y nos tenían que acercar a la playa.

Crucero: Villefrance sur le mer

Desayunamos y preparamos nuestro lunch a base de pequeños bocadillos rellenos de los embutidos que había en el buffet de desayuno. Como íbamos "a nuestro aire", no teníamos excursión contratada, por lo que nos pusimos de acuerdo con Quique y Ana para encontrarnos en el barco que nos iba a llevar a puerto. Sin embargo, tuvieron la "suerte" de que justo cuando llegaban al sitio se iba uno de los barquitos y, suponiendo que nosotros ya estaríamos montados, se fueron en él y no volvimos a verlos hasta la noche.

Para llegar a Mónaco desde Villefrance teníamos que coger un tren. Íbamos con ganas de hablar en francés, pero la gente se empeñaba en saber español... o en hablarnos en inglés.

Crucero: Estación de Villefrance sur le mer

En Mónaco no hay mucho que ver... así que empezamos a recorrerlo siguiendo el circuito de coches (que los chicos se sabían de memoria de tanto jugar a las maquinitas). En nuestro camino hacia el Casino, encontramos un pequeño hotel... pero lo descartamos por su falta de glamour y decidimos que esa noche volveríamos a dormir en nuestro camarote.

Crucero: Hotelito

Llegamos al Casino montadas en mi coche de los martes y, aunque teníamos dinero preparado para apostar, decidimos continuar nuestro paseo por el puerto deportivo y ver los "barquitos" de los habitantes de la ciudad.

Crucero: Uno de mis coches

Antes de volver a Villefrance, visitamos el Palacio real (que estaba en obras ¬¬) y sus alrededores.

Crucero: Mónaco artística

Finalmente fuimos a coger el metro de vuelta a nuestro barco....

Crucero: metro de Mónaco

donde la visión de las vías dio pie a extrañas ideas.

Crucero: Asesinato

Por extraño que parezca, no soy yo la que parece tener más ganas de matarlo xD

Finalmente volvimos al barco, donde nos esperaba un musical basado en la película de Molin Rouge que estaba bastante curioso. Después de eso, como no teníamos ningún tipo de interés en el espectáculo de flamenco que había en la discoteca, jugamos una partida de trivial en el Casino (el del barco, no el de Mónaco). La gente empezó a retirarse, y decidimos pasar al Tabú, que prometía ser algo más entretenido. Mientras tanto, el señor JP me introducía en los cócteles que más le habían gustado, resultando al final de la noche una mezcla peligrosa de licores en mi estómago.

Para rematar la noche, guardamos los juegos y nos fuimos a cubierta, a la parte que estaba más protegida del frio viento de la noche y disfrutamos en buena compañía de un par de cócteles más y de una interesante y larga conversación... hasta las 6 de la mañana.

jueves, 23 de marzo de 2006

Bitácora de viaje: Día Uno, reconociendo el terreno

Al atardecer de aquel domingo de marzo, unos 80 estudiantes de informática cerraban sus maletas ansiosos por tomar el autobús que los llevaría al viaje tan esperado: el crucero Brisas del Mediterráneo.

Cargados de maletas e ilusiones, los jóvenes se encaminaron hasta los comedores universitarios esperando al lujoso medio de transporte que había de conducirlos durante 12 horas hasta la ciudad de Barcelona. Cuál no fue su sorpresa al descubrir que el autobús que creían propio, con cómodos y amplios sillones le era asignado a los estudiantes de Derecho, y ellos habían de lidiar con un cascarón con ruedas, renqueante y pequeño, donde los más altos habían de permanecer con las piernas flexionadas durante todo el recorrido.

Tras disfrutar en 3 horas de dos películas (Buscando a Nemo, para ir entrando en materia, y Al sur de Granada, para que la gente fuera adormeciéndose), bajamos a estirar las piernas -unos con mayor necesidad que otros-. En el resto del viaje, la gente empezó a dormirse, y los valientes que intentábamos escapar de los brazos de Morfeo, decidimos unirnos en un Trivial de medianoche. Sin embargo, el movimiento monótono del autobús nos invitaba a cerrar los ojos y decidimos intentar descansar un rato... con pocos o ningún resultado.

Finalmente, llegamos al puerto de Barcelona, donde nos esperaba nuestro querido SS Oceanic. Embarcamos las maletas, obtuvimos nuestra tarjeta de identificación en el barco y procedimos a esperar las 3 horas que precisaron los tripulantes del barco para acondicionar el que iba a ser nuestro hogar durante una semana.

Crucero: Esperando para embarcar

Al momento de abrir el embarque, corrimos presurosos hacia el barca para descubrir que... era preferible la entrada por habitaciones y teníamos que esperar a los compañeros de camarote rezagados. Una vez todos juntos, nos adentramos en los maravillosos lujos del barco.

Crucero: Subiendo

Un amable tripulante nos acompañó a nuestro camarote, en las entrañas del barco, justo encima de su corazón (la sala de máquinas). Sin apenas deshacer las maletas, caímos cual buitres sobre el buffet libre y degustamos los manjares que nos tenían preparados. La noche de viaje nos había agotado y había hecho estragos en mi mermada salud, por lo que decidimos descansar un poco antes de intentar desentrañar los secretos ocultos del buque.

Crucero: Al fin en el barco

A la hora de la cena, nos dimos cuenta de que debíamos comer separados de todos nuestros compañeros conocidos (aunque Jesús, Quique y Alberto comían en la mesa junto a la nuestra). Saludamos al resto de comensales y a dos nuevos personajes en mi relato: Aldo, el camarero encargado de la comida, y Christian, su ayudante encargado de las bebidas. Resultaron ser dos personas entrañables que se convertirían en parte de la historia por derecho propio, tal y como relataré más adelante. La cena era a la carta, y podíamos elegir entre los múltiples platos disponibles de entrantes, ensaladas, pescados, pastas y carnes. A parte de eso, un gran surtido de postres conformaban el broche dulce de una cuantiosa cena.

Mientras disfrutábamos de los manjares ya mencionados, un amable camarero nos abrió la cama y situó nuestros pijamas de manera que fuera apetecible el ponérselos (aunque lo que pasaba es que daba pena tocarlos).

Crucero: Los pijamas cobraban vida

Por la noche, el diario de abordo proponía gran cantidad de actividades y la curiosidad innata de todos nos invitaba a recorrer el barco y comenzar la degustación de los cócteles disponibles. Sin embargo mi salud había empeorado y decidí acostarme para acumular las energías necesarias para el día siguiente: Florencia.

PD: Pongo las fotos con gente y todo, si a alguien le molesta que su cara estén en internet, que me lo diga y la quito en un santiamén.

sábado, 11 de marzo de 2006

Suelten amarras

Vaya semanita que llevo... y es que desde el viernes pasado (no ayer) no paro. El viernes por la tarde apareció Mariko (coñas con el nombre las justas), una chica japonesa que conocimos Aída y yo en Irlanda el verano pasado. La chica se quedó a dormir en el Albergue Juvenil y durante el día le hicimos de guías por Granada: tiendas, albayzín y alcaicería, teterías, alhambra, tapas, facultad... Nos lo pasamos muy bien, pero la verdad es que fue muy cansado porque no estaba acostumbrada a andar tanto...

Viéndolo por el lado positivo, el fin de semana de andar me sirvió para ir poniéndome en forma para el viaje de la semana que viene. Porque... NOS VAMOS DE CRUCERO.


El barco es el crucero SS. Oceanic y aunque no parte de Barcelona hasta el lunes a las 17, nosotros tenemos que salir de aquí a las 21:30 de aquí en autobús. La verdad es que me apetece mucho el viaje... lo que me apetece menos son los preparativos previos (llevo 2 días intentando decidir qué meto en la maleta) y las 12 horas en autobús. Además, el viaje no está exento de comederos de cabeza, como la polémica con los billetes gratis (no hablaré mucho para no reabrir heridas) y el hecho de que nos han emitido un billete de grupo para las 66 personas que vamos en vez de uno individual para cada uno... Si es que es para cogerlos y colgarlos de las pelotas... porque lo peor es que la mitad de la gente va en avión y habrá que esperarlos hasta que lleguen para embarcar.

Polémicas a parte, el barco pinta bien... mucha comida, mucha fiesta y muchos camarotes muy pequeños... porque como comprendereis estamos en la cubierta K y nos vamos a tener que meter de 4 en 4 (o 5 incluso) en los camarotes. El mío lo comparto con Aída, Ana y Laura. El punto bueno es que somos 4 niñas y siempre es más cómodo que compartir el dormitorio con chicos... lo malo es que hay una cama de matrimonio y dos supletorias.... y me toca compartir la de matrimonio... Aída, mi más sentido pésame por ser mi compañera de cama... pregúntale a cualquier prima mía cuánto me muevo por las noches :S

Recorreremos Mónaco, Florencia, Nápoles, Roma y Túnez por las mañanas y el barco con sus piscinas y sus jacuzzis por la noches, todo ello acompañado de deliciosas comidas y bebidas a la hora que queramos (llevamos "TODO" incluido).

Así que cierro el blog... ¡¡POR VACACIONES!! Ya era hora, nos vemos el 21.

miércoles, 8 de marzo de 2006

RIP (adios al Niño)

Este post viene con bastante retraso, pero es que he estado muy liada (como intentaré contar mañana o pasao en un comentario pre-crucero :P).

Una de las asignaturas que he tenido este cuatrimestre pasado (que terminó el miércoles pasado) fue DASD, cuyas prácticas consistían en diseñar y montar un pequeño robot de sumo competitivo para machacar al resto de robots... Bueno realmente no era machacar, ya que destrozar a los contrincantes estaba prohibido, pero había que sacarlos del tatami para ganar.

El proceso de crear el robot es muy duro, tanto que al final el Picbot era nuestro niño :) Pasamos muchas muchas horas en Ciencias intentando que funcionara, e incluso nos quedamos una noche sin dormir; en palabras textuales de mi compañero de prácticas (Jesús Alberto -a ver si poniendo esto comenta algo xD-) estuvimos "toda la noche despiertos haciendo niños..." Ojo a los malinterpretadores ¬¬

Lo peor de todo fue que el día que teníamos que entregarlo falló catastróficamente tras que hubieramos quemado la tarjeta, varios pics y alguna que otra cosilla más...

Intentamos arreglarlo....



y aunque conseguimos que andara, no pudimos competir con el resto de los robots como nos hubiera gustado.



Finalmente, tras hacerle unos retoques y conseguir que funcionara al 110%, lo volvimos a llevar a clase, pero ninguno de los otros compañeros quiso enfrentarse a nosotros (miedo, tenían muuuucho miedo) y no pudimos demostrar que el nuestro es el mejor.
Pese a todo, el abuelo (el señor Pelayo alias Buenafuente) decidió que lo matáramos (no sin antes quedarse con las partes que le interesaran) y tuvimos que descuartizarlo.

Siempre quedarán las fotos y los recuerdos de los buenos y malos momentos pasados.