Esta era su última oportunidad, lo sabía y ello hacía que estuviera aún más nervioso. No tenía sentido estar nervioso... era su mejor amigo, su amigo de toda la vida. Mark le ayudaría, como él habría hecho si el destino los hubiera intercambiado.
"Me va a ayudar, y esta mala racha va a terminar", se dijo mientras ajustaba el nudo Windsor de la corbata.
Se sentía raro en el traje serio y riguroso que llevaba. "Como si estuviera disfrazándose de otra persona, susurró una voz en su cabeza.
"No, esa no es la forma de pensar, éste eres tú, el tú que solías ser, que nunca deberías haber dejado de ser", se regañó mientras se peinaba.
Pero ya no lo era, había dejado de serlo hacía ya muchos años, y por eso ni siquiera su antigua compañera había querido hacerle una entrevista personalmente, Alice, su alma gemela que era capaz de visualizar hasta la más loca de sus ideas, su mano derecha por aquel entonces... Ella no se dedicaba a hacer entrevistas, le había dicho, para eso están los de Recursos Humanos. Y le había dado el email y el teléfono de un niñato de veintitantos años que no sabía ni qué era un diskette de 5 1/4... ni siquiera había utilizado uno de 3 1/2.
Con un suspiro cogió su maletín y se dirigió a la cafetería donde había quedado con su mejor amigo. Entró en el atestado Starbucks y lo buscó. Allí estaba, mordiendo un bolígrafo como siempre, mientras removía su café.
- Mocha blanco con doble de chocolate-, le dijo a modo de saludo.
-¡Tony!¿Cómo estás? Siéntate y cuéntame-, le contestó Mark dándole un abrazo y señalando un asiento con un café delante. - Mr. Macciato con caramelo-.
Hablaron un rato de nuestras vidas; de la mujer y el hijo de Mark, de los cuadros y exposiciones de Tony, de sus canas y arrugas, de sus años estudiando juntos, de los amigos comunes.
- Bueno, ¿y qué te trae por aquí?- le preguntó Mark al fin-. Pensé que estabas preparando una nueva exposición 'nueva e inspiradora', según los periódicos.
- No les hagas caso, no dicen más que mentiras-, contestó Tony mudando la sonrisa por una mueca. -Estoy acabado, no consigo pintar nada, tengo un bloqueo horrible... Necesito volver, necesito retomar el ambiente que me inspiró entonces.
- Creía que las horas en el despacho eran una pérdida de tiempo, que necesitabas tiempo para expresarte y después, tras lo de Meg,... aquellos cuadros tan crudos y dolorosos, ¿qué ha cambiado?-, preguntó su amigo confuso.
- Eso creía yo... entonces,... y por un tiempo funcionó, una vida desgraciada ayuda,... pero, me he dado cuenta de que estaba equivocado-. Necesitaba que le entendiera, era imprescindible. - Las noches sin dormir terminando proyectos. Los fines de semana intentando alcanzar deadlines... eran... eran mi inspiración entonces. Y luego, el dolor, eso era lo que me impulsaba pintar. Mis cuadros eran mi válvula de escape... pero si no hay de dónde escapar, no hay cuadros.
- Pero,... mi empresa, no es el campo que tú controlabas... Alice-, balbuceó Mark.
-Alice me mandó a Recursos Humanos-, masculló Tony contrariado.
La cara de sorpresa de Mark duró unos segundos, mientras asimilaba todo lo que había dicho. La compresión le alcanzó instantes después. Tony casi podía ver los engranajes de su cerebro encajando y buscando una solución que no le dejara en mal lugar, pero que no fuera arriesgada.
-Tendrías que habértela tirado, sabes que nunca te perdonó por casarte con Meg-, bromeó Tony.
No se esperaba esta respuesta, le descolocó completamente y no pudieron evitar empezar a reírse hasta que las lágrimas resbalaron por sus mejillas. "¿Son sólo de risa?", murmuró la cruel voz de su cabeza.
- Mira, estás bastante desfasado, no tienes un perfil que sea útil ahora, al menos no técnicamente hablando-, le soltó a bocajarro Mark cuando consiguieron calmarse. -Te buscaré algo, no te preocupes... pero asume que serás el último mono, llevarás los cafés, serás el becario del becario, mínimo.
-Lo que sea, yo.... Gracias-, contestó Tony con voz trémula.
-No me las des, esto es temporal. Tienes que buscar algo que evite que vuelvas a cansarte, dejando tirado a todo el mundo. Y dejándome a mí con los pantalones bajados. Voy a arriesgarme por ti, porque eres mi amigo. Pero si fallas, no vas a arrastrarme contigo-, le aseguró Mark.
Era todo lo que necesitaba, una oportunidad. Entre bromas y promesas de verse el lunes terminaron el café y se despidieron. Sin embargo Tony no terminaba de estar esperanzado, tenía un nudo en la garganta, se apoyó en la vitrina de una tienda para recuperarse y miró su reflejo. "Te ha dado las migajas, ¿y te alegras por ello? Eres un mendigo", le susurró la voz, "un mendigo vestido elegantemente, pero un mendigo".