martes, 17 de junio de 2014

Afónica

Intentó gritar por enésima vez, pero su voz no respondía. Frustrada se apoyó en la pared y empezó a llorar.

Todo había empezado esa mañana. Se había despertado con la sábana rodeándole la garganta y agobiada la había desenrollado. Fue al baño y preparó la ducha. Mientras se enjabonaba el pelo intentó tararear una de sus canciones favoritas y ningún sonido salió de su garganta. Trató de hablar y nada. Bebió agua de la ducha y volvió a intentarlo. Nada. Salió de la ducha e hizo gárgaras con un colutorio. Nada. Con zumo de limón y miel. Nada. Era como si alguien le hubiera robado la voz.

Pero ahora no podía rendirse. Tenía que levantarse y buscar ayuda. Si no podían escucharla, podrían leerla o verla. Se secó las lágrimas y mandó mensajes a varios contactos. Pero nadie contestó. Intentó llamar por Skype a algún amigo. Pero nadie contestó. Hasta preguntó en Facebook. Pero nadie contestó. 

Cada vez más desesperada, se vistió y salió de casa. Al llegar al portal paró a la primera persona que pasaba. Pero al volverse, vio que la persona no tenía ni ojos ni oídos. Le soltó asustada y corrió hacia una chica que escribía en su móvil. La muchacha levantó la vista de su móvil un segundo, pero cuando ella fue a explicarle lo que le pasaba, el móvil pitó y la chica volvió su atención al móvil. Volvió a intentarlo, pero sucedió lo mismo. Se acercó a un hombre que miraba un escaparate e intentó que se girara para mirarla. Pero cada vez que lo intentaba, el hombre volvía a mirar a su propio reflejo en el escaparate. Se dirigió hacia una anciana que estaba sentada en un banco. Pero al aproximarse se dio cuenta de que la mujer estaba intentando pegar con cinta aislante los trozos de su pierna, que se descomponía como piezas de construcción.

Recorrió la ciudad buscando a alguien que la escuchara, pero entre los que no eran capaces de apartar la vista del móvil, los que sólo se veían así mismos, los que tenían problemas más graves y aquellos que no querían saber nada del mundo exterior, Ariel no consiguió que nadie la ayudara a recuperar su voz.