martes, 9 de enero de 2018

Extraños que se cruzan

Camino a paso ligero, llego tarde como siempre. Pero no tengo prisa, es "juernes" y voy rumbo al fin de semana.

Al llegar a un cruce, levanto la vista y la veo: parche en el ojo, pañuelo en el pelo y pantalones por la pantorrilla. ¡Una mujer pirata cruzando Alhamar! ¿Habrá dejado su barco en el Genil? O, más probablemente, en Motril con la sequía que hay, y está aquí para encontrarse con su novia en este puerto (o su novio, o los dos), como dice la canción. El coche que estaba pasando frente a ella termina de pasar, y se esfuma el encanto. El parche resulta ser un mechón de pelo rebelde, el pañuelo es un foulard que el viento ondea y los pantalones... Son de Zara. O eso es lo que quiere que piense para pasar desapercibida entre la multitud. Seguro que está pensando sobre hacer pillaje, la tienda de la esquina parece llamar su atención. La miro con sospecha mientras ella evalúa la seguridad de la tienda.

Sigo andando San José Baja adelante, hasta que un ninja venido a menos se cruza frente a mí. Va vestido entero de negro y se mueve de una sombra a a otra, rápido y certero. Su barriga cervecera demuestra que no está en plenas facultades, de ahí que haya podido verlo. Se camufla entre las sombras de un bar en el que, en un abrir y cerrar de ojos, se disfraza de camarero y empieza a limpiar mesas. Pero no me engaña, lo que asoma del pantalón no es un abre botellas, sino una estrella de cuatro puntas, un nunchaku?

Al girar la esquina hacia Recogidas un oso de peluche enreda su correa en mis pies. No, no es una correa, son los hilos del titiritero que lo mueve desde las sombras. Parece casi un animal de verdad de lo bien que lo maneja, pero ningún perro podría tener ese pelo rizado y ser tan achuchable. Giro de nuevo y me encuentro un aquelarre de 6 o 7 brujas y brujos que traman maleficios contra los jóvenes sentados en una terraza. ¿O son bandoleros preparando un ataque y los brujos intentan evitarlo?

Entro en mi destino echando una última mirada al aquelarre por si los conjuros empiezan a saltar de un lado a otro.

martes, 12 de agosto de 2014

Ser positivo no es lo opuesto a ser negativo

Sólo hay una cosa peor que una persona negativa, y es un jefe/superior/senior negativo. O simplemente alguien en quien confías. Conforme vas adquiriendo experiencia en un campo, la gente va confiando más y más en tu juicio en ese campo. No es lo mismo que te revise el código una persona que no ha programado nunca, que que lo haga el "ingeniero principal" de la empresa que lleva 10 años picando código. Pero, como bien decía el tío Ben, "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Y no todo el mundo se da cuenta de ello.

Tú puedes ver los problemas venir, intentar adaptarte y apechugar con las consecuencias. Esperas que tu esfuerzo y el plan de contingencia de la gente al cargo puedan con todo. Pero si la gente que tiene más experiencia que tú ve venir ese mismo problema y la única reacción que tienen es "estamos jodidos", no hay nada que hacer. Es el fin del mundo. Nada de lo que hagas solucionará el problema. Muerte y destrucción. O al menos ese es el miedo visceral que te entra. Y tu energía para luchar y enfrentarte a los desafíos muere antes de nacer.

¿Qué haces en esa situación? ¿Te escondes debajo de la mesa y esperas a que pase el terremoto? ¿Huyes a aguas más tranquilas? ¿Trabajas hasta la extenuación para solucionarlo? Ninguna de esas opciones arregla el problema. Porque el problema no es una situación concreta, sino esa persona que mina tu energía. Porque eso es lo que hace. Alguien repitiéndote constantemente que todo es malo y que nada es factible, sólo sirve para matar hasta la última de tus esperanzas.

Y ojo, que no digo que haya que vivir con una venda en los ojos, ajeno a todos los problemas. Ni pensar que "Dios proveerá". Eso no es un jefe positivo, eso es un jefe imbécil. Pero es que ser positivo no es eso.  Ser positivo es estar preparado para recibir los problemas con una dosis extra de energía Y con un plan para solucionarlo. Ser positivo es saber que eres capaz de resolver algo porque tienes el equipo necesario para hacerlo; porque los has entrenado y porque tú estabas listo para esta situación. 

Porque ser positivo no es lo opuesto a ser negativo. Estar preparado y luchar es lo opuesto a ser negativo. Y si alguien es negativo (o un imbécil) e intenta minar tus energías, ya va siendo hora de que tomes las riendas. Porque tú puedes, estás preparado y vas a luchar por ello.




martes, 17 de junio de 2014

Afónica

Intentó gritar por enésima vez, pero su voz no respondía. Frustrada se apoyó en la pared y empezó a llorar.

Todo había empezado esa mañana. Se había despertado con la sábana rodeándole la garganta y agobiada la había desenrollado. Fue al baño y preparó la ducha. Mientras se enjabonaba el pelo intentó tararear una de sus canciones favoritas y ningún sonido salió de su garganta. Trató de hablar y nada. Bebió agua de la ducha y volvió a intentarlo. Nada. Salió de la ducha e hizo gárgaras con un colutorio. Nada. Con zumo de limón y miel. Nada. Era como si alguien le hubiera robado la voz.

Pero ahora no podía rendirse. Tenía que levantarse y buscar ayuda. Si no podían escucharla, podrían leerla o verla. Se secó las lágrimas y mandó mensajes a varios contactos. Pero nadie contestó. Intentó llamar por Skype a algún amigo. Pero nadie contestó. Hasta preguntó en Facebook. Pero nadie contestó. 

Cada vez más desesperada, se vistió y salió de casa. Al llegar al portal paró a la primera persona que pasaba. Pero al volverse, vio que la persona no tenía ni ojos ni oídos. Le soltó asustada y corrió hacia una chica que escribía en su móvil. La muchacha levantó la vista de su móvil un segundo, pero cuando ella fue a explicarle lo que le pasaba, el móvil pitó y la chica volvió su atención al móvil. Volvió a intentarlo, pero sucedió lo mismo. Se acercó a un hombre que miraba un escaparate e intentó que se girara para mirarla. Pero cada vez que lo intentaba, el hombre volvía a mirar a su propio reflejo en el escaparate. Se dirigió hacia una anciana que estaba sentada en un banco. Pero al aproximarse se dio cuenta de que la mujer estaba intentando pegar con cinta aislante los trozos de su pierna, que se descomponía como piezas de construcción.

Recorrió la ciudad buscando a alguien que la escuchara, pero entre los que no eran capaces de apartar la vista del móvil, los que sólo se veían así mismos, los que tenían problemas más graves y aquellos que no querían saber nada del mundo exterior, Ariel no consiguió que nadie la ayudara a recuperar su voz.

martes, 13 de mayo de 2014

Sueños arrancados


Tania tenía una habilidad muy peculiar. Cuando tocaba un objeto, podía sentir los sentimientos y pensamientos de la última persona que la había tocado. Un día recogió el chupete que se le había caído en el suelo a una niña pequeña mientras ésta reía. La sensación de alegría absoluta fue asombrosa, y todo porque su hermano estaba poniéndole caras graciosas. Otra vez encontró un coche de juguete descascarillado. Era de un niño que quería ser piloto y jugaba a recorrer las barandillas con su coche, practicando curvas y planeando cómo sería cuando cumpliera su sueño.

Pero no todas las sensaciones era buenas. Un día, cuando tenía 10 años, encontró un recibo de lotería tirado en casa de sus padres y al recogerlo para tirarlo sintió la desazón de su padre por no haber ganado, por no saber si sería capaz de terminar de pagar la casa, por no dejarles libres de deudas ahora que estaba tan enfermo. Esto último la sorprendió mucho, pues no sabía que su padre estuviera enfermo. Fue corriendo a preguntarle y él sólo pudo mirarla con amor infinito y abrazarla muy fuerte.

Además no sólo le pasaba con los objetos de otras personas. Si le pasaba algo muy bueno o muy malo llevando una prenda de ropa, la siguiente vez que se la ponía revivía esa sensación. Por eso cambiaba de ropa habitualmente y no llevaba nunca ropa prestada. También se había acostumbrado a llevar guantes incluso en verano.

Aún así, Tania no huía de su habilidad. La usaba para ayudar a los demás siempre que podía. Por ejemplo, siempre que algún compañero del trabajo estaba triste e intentaba ocultarlo, ella le dejaba un dulce o un regalo pequeño en su mesa sin que supiera quién había sido.

Un día, mientras caminaba por la calle, vio un poste de la luz lleno de grapas de antiguos carteles pegados, algunos enteros, la mayoría rotos tiempo ha. Se quitó lentamente un guante y acercó la mano temerosa al primer trozo de papel. Pérdida, ansiedad, un perro perdido, pequeño y juguetón. Retiró la mano. ¿Lo habrían encontrado? Estaría atenta por si lo veía. Lo intentó otra vez. Esperanza, un nuevo negocio empezando, reparaciones a domicilio. ¡Qué buena idea! Necesitaba arreglar algunas cosas. Cogió un bolígrafo y apuntó el número para más adelante. Otra más. Un intercambio de idiomas. Chino, japonés y español. Lo mismo era el momento de aprender chino, dicen que es el idioma del futuro. Otra más. Se busca compañero de piso. Otra más. Se alquila casa de dos plantas. Otra y otra y otra más. Algunas eran tristes, otras alegres, pero todas eran parte de la vida de alguien y ella las coleccionaba como tesoros guardados en su memoria.

Foto by Javi M.

miércoles, 7 de mayo de 2014

'No' puede ser positivo

No escuches las palabras del rencor.
No valores su opinión si sólo quieren menospreciarte.
No si no van a escuchar lo que dices.
No contestes si no les interesa la respuesta.
No digas lo que no sientes.
No mientas sólo para encajar.
No permitas que te silencien.
No justifiques tus sueños y sentimientos.
No temas llorar por lo que sientes de corazón.
No apoyes algo, lucha por ello.
No pares de luchar, nunca.
No dejes que te aplasten.
No hagas daño a otros sólo porque puedes.
No trates mal a nadie.
No olvides a los que están lejos.
No descuides a los que están cerca.
No ignores a aquellos que te necesitan por estar ocupado.
No atiendas a aquellos que sólo se quieren a sí mismos.
No expliques un sentimiento cuando puedas demostrarlo.
No des palmaditas en la espalda, abraza.
No abraces, apretuja.
No sonrías, ríe.


sábado, 1 de febrero de 2014

Amaneceres malos... y peores

Pocos amaneceres habían sido tan malos como este. De hecho, no recordaba ninguno peor que este. Nada más despertar, el dolor de cabeza era tal que no había podido ni moverse. Era como si tuviera una piedra encima oprimiéndola.

Mientras esperaba a que su cabeza se recuperara, intentó recordar qué había causado tamaña resaca. El día había empezado bastante normal: se había despertado algo tarde, había ido al café de la esquina a desayunar y se había encontrado con unas amigas. Luego había decidido ir a tomar el sol un rato a un parque cercano. Por la tarde le había llegado el rumor que en una urbanización cercana estaban haciendo una barbacoa y se había acercado a olisquear. Al acercarse a comer algo, un energúmeno de 2 metros la había empujado y... eso era todo lo que recordaba. El resto era una nebulosa confusa. El golpe, intentar levantarse, un pinchazo por el esfuerzo y... blanco.

Todavía algo desorientada decidió levantarse y dar por empezado el día. Al hacerlo se dió cuenta de que estaba atada, completamente envuelta en una especie de cuerda blanca. Con mucho esfuerzo consiguió girar la cabeza un poco. Al hacerlo todo a su alrededor empezó a vibrar como si estuviera en una cama elástica. Asustada se paró, y así lo hizo la vibración. Esto no iba bien. Cada vez más asustada empezó a rebullirse, intentando escapar de la cuerda y no pensar en qué estaba pasando realmente. En uno de los giros uno de sus ojos captó un movimiento a su espalda. Mierda... no, no, ¡no!

Volvió a girarse y confirmó sus sospechas, algo se acercaba lentamente, y sólo podía ser una cosa. Aunque el miedo la atenazaba, empezó a moverse otra vez. ¡Tenía que salir de ahí cuanto antes! Balanceándose de lado a lado consiguió sacar una pata primero, y luego otra, y luego otra. Pero no lo suficientemente rápido. Volvió a girarse y captó el bulto acercándose cada vez más rápido. Ya no había duda, era una araña y venía a por ella. Empujando frenéticamente consiguió liberar una de sus alas. Casi, casi.

De repente, una pata la empujó contra la tela de araña. Al intentar soltarse, sólo consiguió pegarse más a la tela. La araña se acercó y la sujetó contra la tela. Con movimientos suaves y estudiados la envolvió una vez más, arruinando así su intento de fuga. Ahora que ya no tenía esperanza, era casi hipnótico ver cómo la envolvía lentamente. Por último, le volvió a picar, terminando con el peor amanecer de su vida... de la peor forma posible.

Inspired by Wet Spiderweb 

martes, 24 de septiembre de 2013

¿Seguridad? social

Domingo 
2:00 AM
Me quito las lentillas y me hago un poco de daño... será que tenía el ojo seco.

10:00 AM
Ups, tengo el ojo como pegajoso. Me miro en el espejo: miles de legañas alrededor del ojo y el blanco del ojo ya no es blanco sino rojo. Me lo lavo bien y parece que va mejor.

8:00 PM
Uhm... esto sigue molestando. Me echo lágrimas artificiales y parece que se calma... lo dejaremos estar un día.

Lunes
8:00 AM
Ojo rojo y miles de legañas. Uhm... Me lavo el ojo con lágrima artificial.

3:00 PM
Ojo rojo. Miles de legañas. Esto no mejora... voy a pasarme por el centro de salud de aquí al lado a ver qué me dicen.

3:15 PM
Administrativo sin levantar la vista de los papeles: ¿Sí?
Yo: Hola, verá es que tengo el ojo rojo porque creo que me hice daño con la lentilla... y era para ver si me podrían atender de urgencias.
A sin levantar la vista: Pues debería pedir cita con su médico de cabecera, ¿quién es? Y veo que hueco tiene esta semana.
Yo: Es que este no es mi centro de salud, pero como me molesta...
A mirándome con cara de pocos amigos: Es que tiene que ir a su centro de salud. ¿Cuál es? ¿No puede ir para allá?
Yo (mosca): Pues verá, es que está lejos y esto me molesta bastante.
A mirándome con odio: Pues no está tan lejos, puede ir para allá perfectamente. Que eso no es una urgencia, ni que tuviera la pierna rota o algo así.
Yo (cabreada): Sí, pero así tampoco es que pueda conducir, por ejemplo.
A (borde total): Pero no hay gente con un solo ojo que conduce... Anda, voy a ver si le puede atender la doctora.
A (al teléfono en plan quejica): Sí, que hay una muchacha aquí con el ojo que dice que no puede ir a su centro de salud. Que si la atiendes... La doctora le atenderá en un rato.

4:00 PM
Paso a la consulta me mira el ojo desde el otro lado de la mesa.
Médico: Pues parece que sí lo tienes irritado. (Hombre, claro, tengo el ojo rojo e hinchado... ¿no me digas?). Te voy a poner unas gotas para que se te baje la infección y tenlo tapado cuanto más tiempo mejor.

9:00 PM
Después de un buen rato con el ojo tapado con un parche debería de estar mejor... pero me molesta horrores... Me quito el parche. Ojo rojo. Miles de legañas. Otra vez. Esto no es buena señal. Bueno, vamos a darle otro rato. Lavado.

11:30 PM
Ojo rojo. Miles de legañas. Lavado y gotas.

Martes
5:00 AM
Ojo rojo. Miles de legañas. Lavado y gotas.

8:00 AM
Ojo rojo. Miles de legañas. Lavado.... Me voy a urgencias que me vea un oftalmólogo.

9:15 AM
Llegada a urgencias, está casi vacío (¡bien! va a ir rápido). Me pasan a esperar fuera de la consulta de oftalmología. 3-4 personas delante mía.

10:00 AM
Todavía no ha entrado ni salido nadie de la consulta.

10:50 AM
Paso a la consulta. Me mira el ojo la doctora para echarme un colorante y poder mirarme el ojo bien.
Doctora: Oye... si tienes algo ahí. A ver... creo que es la lentilla. Espera que venga mi compañero que es el oftalmólogo.
Oftalmólogo: Sí, está la lentilla ahí. ¿No te la quitaste?
Yo: Yo creía que sí, al menos un buen cacho salió... pero no me fijé si estaba entera.
Oftalmólogo: Pues ahí queda un trozo.
Doctora: Pero mujer, ¿y cómo has aguantado con eso ahí?

10:55 AM
Trozo de lentilla fuera del ojo. Ojo amarillo del colorante, pero ya no duele infinito. Felicidad en aumento.
Doctora: pues te echas estas gotas y nada de lentillas en 20 días.
Yo: Lo que no sé es cómo no lo vieron en el centro de salud.
La doctora me mira y no dice nada.

¿Cómo te quedas?