La lluvia caía con ira, barriendo a su paso los restos de pisadas sobre el barro y dibujando cataratas interminables contra el cristal de la ventana. Una ráfaga de viento batió las ramas del sauce cercano, haciendo que cayeran lágrimas de verdad del árbol llorón.
Dentro de la cabaña, la tormenta era como un concierto en el que el ulular del viento y la percusión de las gotas se unían con el crepitar del fuego. Recostada sobre su brazo, con los ojos entornados, intentaba seguir el ritmo. Abrió los ojos y volvió la mirada de la ventana al libro que había a su lado, pasó una página y leyó durante unos segundos.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, perezosa, se escondió entre las mantas hasta que sólo quedaron un par de mechones traviesos fuera. Buscando el calor, se giró sobre sí misma y se ovilló contra el pecho que subía y bajaba a su lado. Un brazo la rodeó, envolviéndola con su tranquilidad y empujándola de nuevo hacia el sueño.
Dentro de la cabaña, la tormenta era como un concierto en el que el ulular del viento y la percusión de las gotas se unían con el crepitar del fuego. Recostada sobre su brazo, con los ojos entornados, intentaba seguir el ritmo. Abrió los ojos y volvió la mirada de la ventana al libro que había a su lado, pasó una página y leyó durante unos segundos.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, perezosa, se escondió entre las mantas hasta que sólo quedaron un par de mechones traviesos fuera. Buscando el calor, se giró sobre sí misma y se ovilló contra el pecho que subía y bajaba a su lado. Un brazo la rodeó, envolviéndola con su tranquilidad y empujándola de nuevo hacia el sueño.
1 comentario:
Muy chulo. Me gusta.
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