viernes, 9 de junio de 2006

Adios

Cuán fácil es escribir sobre trivialidades, dandoles un tono jocoso y divertido sin hacer caso de tu alma que te está pidiendo a gritos que escribas TODO lo que sientes, no sólo la parte que no te hace llorar. Eso no quita que al bajar la guardia no acabe llorando como una magdalena... ya sea entre amigos una noche de marcha o yo sola en mi cuarto, abrazada a un gato de peluche que me mira sin entenderme.

Nunca creí que tomar una decisión costara tanto, ni que fuera capaz de ocultarme a mí misma lo que sentía de una manera tan eficaz. Soy impulsiva, directa y positiva por naturaleza... y es la primera vez en mi vida que tomo una decisión sopesando todos los puntos, dándole vueltas hasta que no podía más y de una manera totalmente pesimista... no había una solución que no fuera mala.

De entre todas las opciones cogí la que era más fiel conmigo misma, fui sincera. Supongo que me equivoqué en el cómo... porque no soy sutil, no sé decir las cosas con delicadeza... las digo y punto (ya sean buenas o malas). Podría haber seguido engañando a una persona que me quería y que me hubiera apoyado en todo... aunque eso significara mandarme lejos de él, podría no haber hecho nada y esperar que con el tiempo todo se solucionara... pero yo no soy así. No soy pasiva, necesito actuar en mi vida y, además, estaría mintiéndole y mintiéndome... él no se merecía eso, no se merecía tampoco que yo hubiera cambiado... a mi pesar... pero no puedes controlar lo que sientes... ni cuándo lo sientes.

Te debía este post a ti y sólo a ti desde hace mucho tiempo... pero me daba miedo. Tengo miedo, lo admito. No sé qué va a ser de mí ahora, he perdido un gran amigo y alguien muy especial en mi vida... por mi culpa, por no ser capaz de estar al nivel de lo que él sentía y de no conseguir transmitirle lo que yo pensaba y sentía, de lo que estaba cambiando en mi interior. Sé que siempre es cosa de dos... y en este caso tu problema fue que no me entendías... siempre hemos sido muy diferentes, y no me importó nunca, hasta que intenté comunicarte algo nuevo, un cambio en mis sentimientos, un rumbo a la deriva que estaba tomando todo... y no fui capaz. Nuestras diferencias nos han mantenido siempre "a cada uno en su sitio"... pero cuando intenté acercarme... no conseguí usar ningún idioma que tuviéramos en común para expresar lo que sentía y que lo entendieras.

Mi problema más grave era eso, que me entiendieras... y supongo que no lo he conseguido. Tomé la decisión que tomé, egoísta, pero meditada a más no poder. Oídos no faltan como testigos de las vueltas y revueltas que le dí al problema. De mis dudas constantes, de mis pesadillas, de mis temores antes y después de pedirte tiempo... y antes y después de terminar definitivamente. No puedo pedirte que me perdones por actuar como lo hice... pero quiero pedirte perdón por no ser capaz de hacerlo de una forma que fuera más fácil para ti... te lo debía y te fallé, al menos, en la última cosa que hice.

Pero no me fallé a mí misma, necesitaba hacerlo y lo hice. Por mucho que me duela, por mucho que me siga odiando por el daño que te he hecho... no me arrepiento, hubiera sido peor seguir con una mentira. No soy una falsa y no quería serlo contigo, todo lo que habíamos compartido me ponía en deuda contigo... te debía sinceridad.

Espero que acabes aceptándolo y que dejes que los demás te ayuden... no siempre saben cómo hacerlo... pero lo intentan y de corazón. No esperes que nadie te comprenda, solo tú eres capaz de leer tu corazón... pero un abrazo siempre viene bien.

No quiero que esto suene a despedida... algún día me gustaría poder hablar contigo como amigo... pero por ahora... ADIOS, recordaré lo que hemos vivido siempre e intentaré utilizar lo que he aprendido de ti.

Al fin he tenido fuerzas para publicar esto...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Antes de nada, pido disculpas por escribir sobre un texto tan personal, pero no sé estar callado, también pido disculpas por ello.

Una vez más robo palabras de grandes tinteros para expresar lo que tengo en mente: «Es bastante difícil no ser injusto con lo que uno ama», escribió una vez mi querido Oscar Wilde. «La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea», dijo Alberto Moravia.

Y, como leí en otro blog que no recuerdo e intentaré reproducir de memoria, «no es correcto pedir perdón, lo correcto es dar gracias por lo que te dio, pues hay que recordar que lo normal es que no te quieran».

Hoy dormiré algo más triste a vuestra salud.

Anónimo dijo...

Pido quizá yo también disculpas por escribir sobre algo tan personal. He entrado hoy a tu blog por primera vez, tras ver el de Ferguson (al que conocí en un barril de la escuela); por las fotos del flickr te he reconocido (estuve contigo en SIG el año pasado, casi siempre me sentaba justo detrás).

Que mucho ánimo, que estas cosas nunca sabe uno como hacerlas; nunca sabe uno cómo se las va a tomar la otra persona, y cuando hay una amistad grande de por medio es muy difícil encontrar las palabras justas.

Yo sólo digo que a veces uno tiene que ser consecuente y decir exactamente todo lo que piensa para luego no arrepentirse por haber callado. Si uno dice lo que siente, normalmente todo irá mejor. Es cierto que al principio puede doler más, pero a la larga la hipocresía es mucho peor. Siento que esto haya pasado porque un ADIÓS no debe tener que decirse nunca (más bien: hasta que la vida nos una de nuevo).

PD: Me sentí muy identificado con el primer párrafo, por eso he cometido la "indiscreción" de leerlo todo. Suerte con todo.