Repudiados, exiliados de su hogar en la Torre de las Siete Llaves, buscaron un lugar donde instalar sus maltrechos cuerpos y esperar la definitiva llegada de lo inevitable. Mas cuál no fue su sorpresa al descubrir que los mismos causantes de su exilio habían buscado un lugar adecuado para su condena.
Alejado de la ciudad, situado junto al manicomio - hogar de locos, forzados o naturales- , se alza oscuro el imponente edificio que alberga en sus mazmorras la celda que acoge desde entonces a los despatriados. Desprovista de mobiliario, apenas aclimatada para la vida, la habitación espera hambrienta cada mañana a los desdichados que se alojan en ella.
Con vanos intentos de adaptarla para que sea habitable, los parias recogen comida y bebida de mercados cercanos y se nutren de abrigos para soportar el frío extremo que vive perenne en la Celda del Frío. Mas no consiguen su propósito salvo en efímeros instantes que, contemplando el sol que entra por las ventanas, sueñan que están fuera descansando y no dentro trabajando.
Apiadándose de ellos, la máxima autoridad ha decidido reparar la chimenea que en vez de dar calor, hasta ahora sólo permitía que el frío exterior penetrara. Triste solución, no obstante, pues los lacayos encargados de las reformas para mejorar la habitabilidad del recinto han trabajado todo el día con las puertas de la celda abiertas, provocando que el frío se adueñara de la ya casi confortable celda, volviendo a dar propiedad a su nombre. No contentos con eso, han reído y golpeado los muebles, haciendo aún más inconfortable el repetitivo trabajo de los hastiados despatriados.
¿Qué nueva locura traerá el mañana a la vida de aquellos que han sido confinados en esta triste celda?
Alejado de la ciudad, situado junto al manicomio - hogar de locos, forzados o naturales- , se alza oscuro el imponente edificio que alberga en sus mazmorras la celda que acoge desde entonces a los despatriados. Desprovista de mobiliario, apenas aclimatada para la vida, la habitación espera hambrienta cada mañana a los desdichados que se alojan en ella.
Con vanos intentos de adaptarla para que sea habitable, los parias recogen comida y bebida de mercados cercanos y se nutren de abrigos para soportar el frío extremo que vive perenne en la Celda del Frío. Mas no consiguen su propósito salvo en efímeros instantes que, contemplando el sol que entra por las ventanas, sueñan que están fuera descansando y no dentro trabajando.
Apiadándose de ellos, la máxima autoridad ha decidido reparar la chimenea que en vez de dar calor, hasta ahora sólo permitía que el frío exterior penetrara. Triste solución, no obstante, pues los lacayos encargados de las reformas para mejorar la habitabilidad del recinto han trabajado todo el día con las puertas de la celda abiertas, provocando que el frío se adueñara de la ya casi confortable celda, volviendo a dar propiedad a su nombre. No contentos con eso, han reído y golpeado los muebles, haciendo aún más inconfortable el repetitivo trabajo de los hastiados despatriados.
¿Qué nueva locura traerá el mañana a la vida de aquellos que han sido confinados en esta triste celda?
4 comentarios:
A ver, que ya me estáis preguntando tós, esto es una oda a la mudanza desde Ciencias al CIE :P
Yo sí había asociado el post a la vida real xD
Al menos tenéis cocacolas ultra-baratas.
Pues sí que tiene que hacer frío!! Para que tú lo digas...
Ya no hace tanto frío, la calefacción, esto... la chimenea, ya funciona y está menos desolado con los muebles nuevos.
Lo que no sé, es si será bueno o malo que se termine de abandonar la Torre de las Siete Llaves, porque puede que la compañía de más gente sea bueno, pero el nivel de ruido y de "humanidad" subirá exponencialmente :S
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