miércoles, 23 de mayo de 2007

Resurrección

El brillo rojizo y anaranjado de las luces de neón de la ciudad se colaba entre las tupidas cortinas y permitía distinguir el escritorio de madera de teca y las sábanas que descansaban esparcidas por el suelo de la habitación. A lo lejos, en alguna calle perdida de este olvidado barrio, se oyó el grito de una sirena cortando el ruidoso silencio de la gran ciudad. Ghadeer se detuvo un instante a escuchar cómo el sonido de la sirena se alejaba en vez de acercarse. Suspiró casi imperceptiblemente y continuó acariciando la suave piel del brazo que reposaba sobre su abdomen.

Ensimismado recordó la primera vez que había sentido su sedoso tacto, por casualidad, cuando buscaba un libro sobre "armonía musical en pre-renacimiento" en la biblioteca municipal. Al tocarlo sitió un escalofrío de placer, que no hizo sino acentuarse cuando al levantar la vista se encontró con el lago de aguas profundas que se escondía en los ojos de aquella muchacha. Misteriosa, silenciosa y tímida se enrojeció ligeramente cuando él le sonrió y le hizo un ademán para que ella cogiera el libro. La muchacha musitó un gracias y cogió el libro que él había estado buscando durante tiempo, sentándose a continuación en una de las mesas donde la luz del sol entraba oblicua, de manera que sólo daba sobre el libro, dejando a su lectora en una penumbra fantasmal. Ghadeer tardó algunos minutos en salir de su atontamiento para darse cuenta de que necesitaba justo ese libro, no le valía ninguno de los otros que había en la estantería.

Armado de valor, se acercó a la fantasmal aparición y, sacando valentía de donde pensaba que no había, se presentó a la muchacha. Tras quince minutos hablando, la chica propuso ir a tomar un café a una cafetería cercana. La conversación duró hasta el anochecer. Ghadeer no había conocido nunca a nadie a quien le interesara la música tanto como a él. Ashriel, así se llamaba la muchacha, estaba escribiendo un trabajo sobre un rito fúnebre muy curioso que los druidas celtas practicaban. Según contaba el libro que acababa de encontrar, se componía una oda por la muerte de la persona querida y se tocaba invertida para conmemorar que la muerte no era más que el renacer a una nueva vida.

El ruido de una nueva sirena le hizo salir de su ensoñación. Ghadeer aguantó la respiración y escuchó el sonido creciente de la sirena. Con delicadeza, soltó la mano de Ashriel y se sentó en la cama intentando controlar los latidos de su propia respiración. Algo más calmado se giró y lanzó una última mirada a la muchacha que yacía inerte sobre la cama de blancas sábanas teñidas de carmesí. Con suavidad se acercó a ella y le dio un suave beso en sus labios, fríos y azulados.Con determinación se levantó y recorrió la habitación con paso decidido.

Ella creía en él mucho más de lo que él había creído nunca, se apasionó con su música y le instó a investigar más y más en la melodía que los druidas empleaban. Habían buscando juntos en multitud de manuscritos juntando fragmentos de la melodía hasta casi completarla. Sólo faltaba el principio de la melodía original, es decir, el final de la melodía que empleaban en sus ritos fúnebres. Había sido imposible encontrarla. Ashriel afirmaba que esa era la parte más importante del rito. Según había averiguado, o más bien intuido, a lo largo de su estudio los compases iniciales no eran únicos, que variaban según la persona a la que iba dirigida y ese era el fragmento en que se pedía la resurrección de la persona a la vida. Ghadeer no pudo menos que mostrarse escéptico cuando se lo contó, pues la muchacha afirmaba que esos acordes concretos, compuestos por los druidas la misma noche de la muerte, no eran un canto para conmemorar su muerte, sino que eran una melodía mágica que revivía a la persona.

Finalmente, Ghadeer llegó a su destino al otro lado del dormitorio, un viejo piano de cola que dormitaba silencioso. Había estado casi un mes intentando componer el "principio" de la melodía druida. Aquella misma tarde creía haberla terminado y había llamado a Ashriel ilusionado contándoselo. Cómo lamentaba ahora sus palabras: "Mi ángel, ya lo he terminado, está acabada. De hecho, me he inspirado en nuestra primera cita, la canción me recuerda tanto a ti...". Era como si él la hubiera empujado a hacerlo, ¿por qué había pronunciado esa frase si la conocía tan bien? "Está bien", había contestado ella, "la probaremos hoy mismo, te espero en mi piso, yo estaré lista" y colgó. Con un nudo en la garganta recordó la visión de su cuerpo yaciente cuando llegó a casa 10 minutos después de la llamada, temiéndose ya lo peor. El cuchillo con el que había cortado su preciosa garganta estaba caído en el suelo y sus ojos azulados vagaban inertes en el más allá.

Respiró hondo y se sentó en el taburete de cuero negro. Cerró los ojos, se colocó en posición, espiró el aire y comenzó a tocar. No sabía cuál sería el resultado, ninguno probablemente, pero hizo como ella le había explicado: liberó su mente de escepticismo y se centró en ella, en su recuerdo, en su sonrisa, en sus ojos misteriosos, y dejó que la música fluyera de su interior a la habitación, usando el piano como un mero instrumento. El dormitorio se llenó con los sonidos descompasados y siniestros de la melodía al ser tocada al revés. Durante un instante abrió los ojos y vio cómo el sol volvía a nacer por el mismo lugar que había fallecido y cómo las sombras del cuarto se iban apartando supeditadas al retorno del astro rey. Haciendo un esfuerzo inhumano, continuó tocando pese a que su sentido común le gritaba que parara a observar lo que sucedía a su alrededor. Cuando se acercaba al final, volvió a entornar los ojos con fuerza, olvidando todo lo que pasaba a su alrededor. Con decisión empezó a tocar el comienzo de la melodía, el final de la composición, que él mismo había compuesto.

Tras el último acorde, la habitación quedó en silencio. Asustado, abrió los ojos y comprobó cómo la rojiza luz del atardecer entraba a raudales por la terraza. De un salto, se puso de pie. Al borde de la cama, sentada con el cuchillo apoyado sobre su garganta, Ashriel respiraba entrecortadamente. El tiempo parecía todavía ralentizado, intentando reajustarse después de los cambios que Ghadeer había perpetrado contranatura. En unos segundos que le parecieron eternos, Ghadeer cruzó el dormitorio y agarró la mano de Ashriel justo en el momento en que ésta clavaba la punta del cuchillo en su blanco cuello. La muchacha dio un respingo y abrió los ojos sobresaltada. Su expresión se suavizó y le sonrió: "Sabía que lo conseguirías". "No me quedaba más remedio" contestó Ghadeer mientras lamía el fino hilo de sangre que caía hasta el nacimiento de la clavícula, "¿qué habría hecho sin ti?".

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Ghadeer es un nombre árabe que significa manantial.
Ashriel es uno de los nombres que se le da a Azrael, el ángel de la muerte.

5 comentarios:

Ferguson dijo...

De los mejores que has escrito.

pollo dijo...

Y de los más largos ^_^

Quique dijo...

coincido con fergu ;)

Alfonso E. dijo...

Y yo con pollo :D.

No, en serio, me ha gustado. Personajes interesante, magia y ocultismo y sangre y sexo (bueno, sexo no xD). La idea es buena, pero yo mejoraría un par de cosas (ahí va una pequeña crítica constructiva):

Sobre el desarrolo:
Es un poco "tocho" para ser un relato en "una entrega". Hay algunas descripciones que no aportan demasiado a la historia y que le quitan ritmo. Los diferentes párrafos no se refieren a instantes igualmente distantes en el tiempo, y eso hace que el lector se pierda. En algún caso yo hubiera "secuestrado" la primera frase de un párrafo para pasárselo al anterior, con objeto de dar

Sobre la forma:
Yo mejoraría algunas cosas como los signos de puntuación (la última coma del segundo párrafo yo la haría un punto, al igual que la primera del quinto párrafo). También hay un par de veces que se repiten demasiado cerca palabras parecidas o iguales (composición/compuesto -en la última frase del penúltimo párrafo- y garganta/garganta en el antepenúltimo).

Sólo es una opinión. Está muy bien :). A ver si recupero yo mi sección de relatos en mi blog (aunque yo soy más cyberpunk).

Miauz dijo...

Fergu y Quique: Me alegro que os guste

Pollo: así lees, so vago xD

Alfonso: Gracias por las críticas. Aunque es tan "tocho" porque es un todo, un regalo pa un teclista :P Como tal, tampoco me paré en la forma, sólo quería que le gustara. Y lo de los cambios de ritmo entre párrafos es a posta.