Una de refranes

Es curioso, cómo sin pensártelo te pones a analizar lo que te rodea y descubres que la sabiduría popular (los refranes y demás) es aterradoramente precisa. Lo más probable es que no diga nada nuevo, pero me ha parecido interesante y voy a comentarlo con vosotros mientras la **** placa de las narices se sintetiza.

Cada persona es un mundo. Cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre. No hay dos personas iguales con las mismas inquietudes y con los mismos sueños. Cuando conoces a una persona, te atraen gustos comunes, aficiones parecidas, etc. Y no me refiero sólo con los amigos, no puedes encontrar a tu media naranja, porque, sencillamente, no existe. Es un mito que nos han creado desde chicos para potenciar nuestras cualidades sociales en un vano afán de buscarla. Sin embargo...

Dios los cría y ellos se juntan. No podemos negar que la gente que poseen aficiones y gustos similares tiene una mayor facilidad para conocerse y compartir buenos momentos, facilitando así que se forje la amistad y que los ratos juntos pasen a formar parte de un pasado común.

Dime con quien andas y te diré cómo eres. Que te encasillen por tus amistades es algo que nos ha pasado a todos. Que vas con gente que saca una nota más o menos alta, eres un empollón aunque tú suspendas. Que vas con gente amante de gadgets y de innovaciones tecnológicas, eres un friki. Normalmente la gente se molesta porque lo clasifiquen, pero yo creo que lo que realmente jode es que te digan cómo eres por los gustos "visibles" que tienes sin llegar a preocuparse de quién eres realmente. Tú eres tú, independientemente de los demás... o no...

El todo no es la suma de las partes. Normalmente, nos comportamos de manera muy distinta cuando estamos con un grupo de personas a como lo hacemos cuando estamos en un "tête-à-tête" (un cara a cara, vamos). La opinión que te merece una persona que casi no conoces cuando te acercas a ella en sus momentos bajos (cuando está sólo y sin el apoyo de sus amigos) te ayuda a descubrir REALMENTE qué cosas tienes en común con ella. Pero no hay que olvidar, que somos ante todo seres sociales y que nuestro comportamiento en un entorno mayor es también parte de nosotros y en ocasiones nos permite expresar opiniones que no daríamos si estuviéramos sólo con otra persona.

Quien algo quiere, algo le cuesta. Dedicamos tiempo a conocernos, a crecer como personas (qué demagógico queda esto), buscando un objetivo que, muchas veces, ni tan siquiera nosotros somos capaces de concretar. Pero qué pasa cuando, en esa búsqueda, descubres algo que haga que ya no quieras lo que creías que querías... ¿paras de buscar y a otra cosa? ¿ahondas más para ver si es sólo una cáscara más? No lo sé, pero...

No hay mal que por bien no venga. O eso dicen.