Hay una espina clavada en mi pecho.
La duda se alimenta de mis fuerzas, cercerna mis espectativas y me empuja a un mundo en que el negro elimina lentamente cada uno de los colores que componen el espectro.
Soy un espectro de lo que solía ser, riéndome cuando veo al resto de la gente reir, bromeando de manera ácida ya que no soy capaz de hacerlo de otra forma.
La forma de un sueño no puede controlarse, qué ocurre y quién aparece escapa de nuestras manos de la misma manera que lo hace el agua cuando intentamos atraparla.
Agua corriendo en ríos, cataratas y mares que van a parar a manantiales de agua dulce para volver a nacer una y otra vez en un ciclo que nunca termina y cuyo ocaso se ve lejano.
Hay una daga clavada en mi pecho.
El ocaso no es siempre el comienzo del fin, puede ser el inicio del principio, pero controlar el paso del día a la noche está fuera del alcance de nuestras manos.
Conseguir una mano que nos ayude a levantarnos cuando no tienes fuerzas ni para alzar la vista es tan infructuoso como intentar salir de un pozo que tú mismo has tapado, tirando la llave después.
No hay llave que todo lo abra, ni puerta que todo lo cierre. Siempre hay rendijas por las que entra la luz, que aunque dañe la vista, es imprescindible para apreciar la vida.
Hay una espada clavada en mi pecho.
La duda se alimenta de mis fuerzas, cercerna mis espectativas y me empuja a un mundo en que el negro elimina lentamente cada uno de los colores que componen el espectro.
Soy un espectro de lo que solía ser, riéndome cuando veo al resto de la gente reir, bromeando de manera ácida ya que no soy capaz de hacerlo de otra forma.
La forma de un sueño no puede controlarse, qué ocurre y quién aparece escapa de nuestras manos de la misma manera que lo hace el agua cuando intentamos atraparla.
Agua corriendo en ríos, cataratas y mares que van a parar a manantiales de agua dulce para volver a nacer una y otra vez en un ciclo que nunca termina y cuyo ocaso se ve lejano.
Hay una daga clavada en mi pecho.
El ocaso no es siempre el comienzo del fin, puede ser el inicio del principio, pero controlar el paso del día a la noche está fuera del alcance de nuestras manos.
Conseguir una mano que nos ayude a levantarnos cuando no tienes fuerzas ni para alzar la vista es tan infructuoso como intentar salir de un pozo que tú mismo has tapado, tirando la llave después.
No hay llave que todo lo abra, ni puerta que todo lo cierre. Siempre hay rendijas por las que entra la luz, que aunque dañe la vista, es imprescindible para apreciar la vida.
Hay una espada clavada en mi pecho.
3 comentarios:
Me ha gustado mucho la letra. Tiene mucha fuerza. La música.. bueno, no es mi estilo. (Seguro que a Quique le encanta). No está mal.. :D
La letra es de cosecha propia... la de la canción es algo más macabra xD
Madre mia hija, cuando escribes mini relatos sí que son cosas bonitas y demás (todavía recuerdo el de la vuelta a casa bajo la lluvia y el semáforo carmesí xDDD) pero este texto... me he asustao un poco, aunque progresivamente ha ido cogiendo más forma. El caso es que es intenso.
Con respecto a la canción, ¿es del mismo estilo que la otra q pusiste no? De todas maneras también me ha gustado, y me ha vuelto a recordar a Evanescence xD (viva mi cultura musical).
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