martes, 30 de junio de 2009

Persecución

Salté al bote, encendí el motor y empujé la palanca para acelerar. Cuando abandonamos el puerto me atreví a mirar hacia atrás durante un instante. Mierda. Nuestros perseguidores seguían ahí. Un par de lanchas de un color negro brillante enfilaron tras nosotros, utilizando nuestra estela para intentar ganar algo de ventaja.

Maldije en voz alta y aceleré aún más. Un lamento a mi lado me dijo que mi compañero también los había visto. Le eché un vistazo. La herida tenía mala pinta, aunque había dejado de sangrar. Trasteé en la caja de primeros auxilios mientras conducía la lancha con la otra mano. Le lancé un par de paquetes de vendas y bote de desinfectante.

- Cúrate e intenta que no se vea, los despistaremos en el centro.

- ¿¿¡¡ Qué !!?? - dijo con ojos desorbitados- Pretendes ir a un sitio con gente. Alguien podría salir herido.

- Ellos se supone que son los "buenos", así que no se atreverán a montar un espectáculo - O eso espero, añadí para mí.

Los muelles del otro lado estaban cada vez más cerca. Con una mirada hacia atrás comprobé que nuestros perseguidores seguían a una distancia similar a la de antes. Forcé un poco más el motor, intentando ganar unos segundos que podrían marcar la diferencia. Mi compañero se puso de pie y me lanzó una mirada significativa.

- Tú también deberías intentar arreglarte un poco.

Miré hacia abajo y vi mi camiseta rota y manchada de su sangre. Le di los controles de la lancha y me cambié la camiseta por otra que encontré en una de las mochilas. Algo justa, pero serviría. Me peiné y borré los restos de barro de mi cara.

Desde el muelle llegó un grito de advertencia a nuestra velocidad. Lo ignoramos y seguimos acelerando. Justo en el último segundo, mi compañero ladeó la barca y cortó los motores. El golpe contra los motores fue algo brusco pero no alarmante. Antes de que se parara del todo salté al muelle y amarré la lancha.

- Señorita, debería entregarla al capitán del muelle por conducción temeraria - dijo una voz a mis espaldas.

- Lo siento mucho - le contesté luciendo la mejor de mis sonrisas-, tenemos algo de prisa... y la velocidad es tan excitante...

La mirada lasciva del encargado me recorrió para tornarse precavida cuando mi compañero saltó del bote y me rodeó con el brazo. Le dio al encargado el dinero del aparcamiento de la barca y algo más "por las molestias" y nos alejamos de la lancha. Sin más problemas abandonamos el muelle todo lo rápido que podíamos sin levantar sospechas. Al volverme una de las veces vi las lanchas negras aproximarse al muelle, con algo más de precaución que nosotros. Al girar la esquina echamos a correr, esquivando cajas y personas a la vez que lanzábamos miradas preocupadas a nuestra espalda.

Al girar otra esquina vimos el centro comercial y corrimos hasta la puerta, al traspasarla mi compañero me echó el brazo por el hombro y caminamos así cogidos dejando que la marea de gente nos absorbiera y protegiera de nuestros perseguidores. O al menos esa era nuestra esperanza.

2 comentarios:

Quique dijo...

no me digas más, los que os perseguían eran turcos de una orden que defiende el santo grial, y tu compañero tenía látigo y sombrero xD

Ferguson dijo...

xDDD Yo he pensado la misma frikada.