Todas las mañanas me levanto, desayuno y recorro andando los casi 2 kilómetros que hay desde casa al trabajo. Durante el camino escucho música e intento imaginar la vida de la gente con la que me cruzo.
Está el noble venido a menos. Un señor mayor con su sombrero y su bastón que pasea por la Avenida de Andalucía como si fuera suya mientras fuma un puro tras otro. Algunos de los vecinos de más edad le saludan con deferencia, a lo que él responde con una inclinación de cabeza o llevándose la mano al ala del sombrero.
Está el ama de casa que ha vuelto a estudiar. Espera a que llegue el autobús que se lleva a sus dos hijos (de unos 4 y 6 años) y después coge su carpeta tamaño A3 y se encamina hacia Arquitectura para cumplir su sueño.
Está el perro fiel que todos los días acompaña a un señor bastante mayor hasta la parada del autobús y le espera ahí sentado hasta cerca de las 15, cuando el dueño vuelve y se van juntos atravesando el parque.
Están las viudas deportistas que se niegan a dejar que los años y las penas puedan con ellas y recorren animosas la calle una y otra vez, criticando a los demás, pero sin hablar nunca de sí mismas.
Pero esta mañana ha sido distinto. El noble no estaba todavía en su esquina, las señoras no aparecían por ningún lado y el ama de casa intentaba calmar a su hija pequeña que lloraba desconsolada. Cuando he llegado a la altura de Bellas Artes he sabido qué había cambiado. El perro fiel, que normalmente debería estar sentado ya en su sitio esperando, estaba tumbado y rígido sobre la acera. Muerto.
Está el noble venido a menos. Un señor mayor con su sombrero y su bastón que pasea por la Avenida de Andalucía como si fuera suya mientras fuma un puro tras otro. Algunos de los vecinos de más edad le saludan con deferencia, a lo que él responde con una inclinación de cabeza o llevándose la mano al ala del sombrero.
Está el ama de casa que ha vuelto a estudiar. Espera a que llegue el autobús que se lleva a sus dos hijos (de unos 4 y 6 años) y después coge su carpeta tamaño A3 y se encamina hacia Arquitectura para cumplir su sueño.
Está el perro fiel que todos los días acompaña a un señor bastante mayor hasta la parada del autobús y le espera ahí sentado hasta cerca de las 15, cuando el dueño vuelve y se van juntos atravesando el parque.
Están las viudas deportistas que se niegan a dejar que los años y las penas puedan con ellas y recorren animosas la calle una y otra vez, criticando a los demás, pero sin hablar nunca de sí mismas.
Pero esta mañana ha sido distinto. El noble no estaba todavía en su esquina, las señoras no aparecían por ningún lado y el ama de casa intentaba calmar a su hija pequeña que lloraba desconsolada. Cuando he llegado a la altura de Bellas Artes he sabido qué había cambiado. El perro fiel, que normalmente debería estar sentado ya en su sitio esperando, estaba tumbado y rígido sobre la acera. Muerto.
8 comentarios:
HACHIKO FAIL!
Me he quedado de piedra con el final del post, no pensaba que fuera a terminar asine 8-)
Sencillamente genial. No hay nada que llame más la atención que una ruptura de la rutina diaria.
(Vale, esta vez sí que has conseguido llamar mi atención por completo y que te dedique un comentario xDD)
Lo peor de todo es que no me lo he inventado, es 100% verdad.
:(
jope...no podría estar dormido? :S profundamente? :SS
Fergu: Me dió un vuelco el corazón cuando lo vi...
Lady Skywalker: No creo q se pueda dormir así de tieso... parecía un animal disecado :S
Lo que hago de imaginarme las vidas de la gente (que no las juzgo, porque para eso debería conocerlas en persona) me parece mucho más humano que pasar de la gente que va por la calle como si fueran parte del mobiliario urbano... pero bueno, opiniones como colores.
Ah! Y yo no controlo lo que mi corazón siente, así que si quiere dar un vuelco, lo dará.
Puedo entender lo que has querido decir, pero te he contestado a lo que has dicho...
Aún así, no me parece una buena forma de ver el mundo :P
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